Una nueva atrocidad sacude a Sudán. Más de 460 civiles
fueron ejecutados dentro del Hospital de Maternidad Saudí, en El Fasher, por
combatientes de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF). Las víctimas incluyen
pacientes, personal médico y acompañantes. La Organización Mundial de la Salud
(OMS) calificó el ataque como “una violación atroz del Derecho Internacional
Humanitario”.
El asedio a El Fasher, último bastión del ejército en
Darfur del Norte, ha derivado en una escalada de violencia sin precedentes.
Testigos describen escenas dantescas: cuerpos apilados en los pasillos, heridos
abandonados y disparos dentro de las salas. “Era un matadero. No hubo piedad ni
para los enfermos”, relató un sobreviviente a medios locales.
La Red de Médicos de Sudán denunció que los paramilitares
ejecutaron “a sangre fría” a todos los presentes en el hospital. Organismos
internacionales advierten que las RSF han cometido crímenes de guerra en su
intento por controlar la región, mientras miles de civiles huyen hacia
campamentos improvisados en el desierto.
El comandante de las RSF, general Mohammed Hamdan Dagalo,
admitió “abusos” y prometió una investigación, pero las agencias humanitarias
dudan de su alcance. La ONU informó que más de 35.000 personas abandonaron El
Fasher desde el domingo y alertó que 130.000 niños están en grave riesgo.
La comunidad internacional exigió sanciones inmediatas.
Human Rights Watch pidió que las RSF sean declaradas organización terrorista,
mientras líderes europeos denunciaron “una masacre que quedará marcada en la
historia de los crímenes contra la humanidad”.
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