El primer ministro francés, François Bayrou, anunció que el
próximo 8 de septiembre su gobierno minoritario enfrentará un voto de confianza
en la Asamblea Nacional. Si no logra el respaldo de la mayoría, deberá dimitir,
lo que podría desencadenar una nueva crisis para el presidente Emmanuel Macron.
El enfrentamiento se centra en el plan presupuestario 2026,
que contempla un ajuste de 44.000 millones de euros. Entre las medidas más
controvertidas figuran recortes sociales, congelación de prestaciones y la
supresión de dos días festivos, con el objetivo de reducir el déficit del 5,8%
del PIB al 4,6% en 2026.
Bayrou defendió su plan ante la prensa: “Es arriesgado,
pero más arriesgado es no actuar”, subrayando la necesidad de resolver la
situación en el Parlamento y no en las calles. Sin embargo, la oposición ya
anticipó su rechazo, incluyendo a Agrupación Nacional, Francia Insumisa, los
Verdes y los socialistas.
La tensión social crece: sindicatos y movimientos
ciudadanos convocaron una protesta para el 10 de septiembre bajo el lema
“bloquear todo”, mientras los mercados reflejan incertidumbre. El índice CAC-40
cayó un 1,6 %, y el diferencial entre los bonos franceses y alemanes se elevó a
su nivel más alto desde junio.
En caso de derrota de Bayrou, Macron podría nombrar un
nuevo primer ministro, mantenerlo interino o convocar elecciones anticipadas.
Con nueve meses en el cargo y popularidad en mínimos históricos, Bayrou insiste
en que afrontar este desafío es esencial para proteger la soberanía y
estabilidad fiscal del país.
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