En una escalada de tensiones, el gran ayatolá Nasser
Makarem Shirazi ha emitido una fatwa (edicto religioso) en la que dictamina que
cualquier persona o régimen que "amenace" al líder supremo de Irán,
Ali Khamenei, o a las máximas autoridades religiosas chiitas (conocidas como
marja), será considerado "enemigo de Dios". Esta grave acusación
implica el delito de moharebeh, que en la legislación iraní puede acarrear
penas tan severas como la ejecución, la amputación o el exilio.
La fatwa surge como respuesta a una consulta sobre cómo
deberían reaccionar los musulmanes ante las "repetidas amenazas" del
presidente estadounidense Donald Trump y las autoridades israelíes contra
Khamenei y otros clérigos chiitas. Según reportaron las agencias estatales IRNA
y Mehr News, Irán interpreta estas acciones como un intento de
desestabilización de su liderazgo religioso y político. En este contexto,
Shirazi instó a los musulmanes a responder "con un castigo severo".
"Cualquiera que amenace o intente agredir a la
autoridad religiosa de la Ummah islámica es culpable de moharebeh y será
tratado como tal", afirmó el ayatolá en su declaración, también recogida
por medios estatales iraníes. Asimismo, instó a los musulmanes de todo el mundo
a oponerse con firmeza a tales amenazas, asegurando que quienes sufran
dificultades por ello serán considerados muyahidines (combatientes por la fe).
El cargo de moharebeh, que ya ha sido invocado contra
manifestantes y opositores políticos en Irán, es uno de los más severos del
código penal. Su aplicación ha generado críticas internacionales por su
ambigüedad y su uso para reprimir la disidencia. Sin embargo, esta nueva fatwa
introduce una dimensión explícitamente religiosa y geopolítica, al equiparar
las amenazas de líderes extranjeros a una ofensa directa contra el Islam
chiita.
Contexto de la amenaza y tensiones previas
La declaración de Shirazi se produce poco después de que el
presidente Trump afirmara el viernes pasado que ya no contemplaba suavizar las
sanciones impuestas al régimen de Irán, tras lo que calificó como un discurso
de "odio" pronunciado por Ali Khamenei. Trump reiteró que conoce el
paradero de Khamenei y que evitó un ataque por parte de fuerzas estadounidenses
o israelíes, recriminándole además haber dicho que Irán había "ganado la
guerra", algo que consideró una "mentira" impropia de un
"hombre tan creyente".
Desde el asesinato de Qassem Soleimani, ex comandante de la
Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria, en un ataque con drones de EE. UU. en
2020, el presidente estadounidense ha sido blanco de constantes amenazas por
parte del régimen de los ayatolás. En este contexto, la Guardia Revolucionaria
y los líderes del clero chiita han redoblado sus advertencias y elevado el tono
religioso de su narrativa. El expresidente de la Asamblea de Expertos de Irán,
Ahmad Jannati, había advertido previamente que los responsables de la muerte de
Soleimani "nunca estarán a salvo", insinuando que las acciones de
venganza podrían estar por concretarse. También afirmó que quienes colaboren
con los enemigos del líder supremo deben ser tratados como cómplices, lo que deja
abierta la puerta a sanciones o castigos para ciudadanos o gobiernos
considerados aliados de EE. UU. o Israel.
La figura del marja es central en la tradición chiita,
representando las máximas autoridades jurídicas y espirituales cuyas decisiones
guían a millones de creyentes. La defensa de estas figuras por parte de Makarem
Shirazi refleja la profunda relación entre el poder religioso y el político en
Irán, donde la legitimidad del Estado se basa en una interpretación teocrática
del islam. El ayatolá también señaló que está prohibido para cualquier musulmán
colaborar con quienes amenacen al líder o a los marja.
El texto completo de la fatwa emitida por Shirazi reza:
“En el nombre de Dios, el más compasivo, el más
misericordioso
Está claro que amenazar al líder del mundo islámico, así
como a las estimadas fuentes de emulación, es una guerra contra el Islam. Según
el versículo coránico “Ciertamente, el castigo para aquellos que hacen la
guerra contra Dios y Su Mensajero...”, este acto conlleva un castigo severo.
Fortalecer el frente de los musulmanes y la unidad de las
filas islámicas es una obligación. Considero haram (prohibido) permanecer en
silencio ante tales amenazas.
Es necesario que los musulmanes de todo el mundo condenen
enérgicamente estas amenazas y tomen medidas adecuadas y unificadas.
Que Dios preserve a la comunidad islámica del mal de los
enemigos bajo la protección del Imán de la Era (que Dios acelere su
reaparición) y recompense a los defensores justos”.