La petrolera estatal venezolana PDVSA comenzó a desviar
crudo y combustibles a buques tanqueros para utilizarlos como almacenamiento
flotante, como respuesta inmediata al bloqueo operativo generado por
incautaciones y seguimientos de embarcaciones por parte de Estados Unidos. La
medida busca evitar recortes de producción en un contexto de exportaciones
trabadas y capacidad de almacenamiento en tierra al límite.
La decisión se produce tras una intensificación de las
acciones estadounidenses contra la denominada “flota en la sombra”, utilizada
para transportar petróleo venezolano bajo sanciones. En las últimas semanas, la
Guardia Costera de Estados Unidos interceptó buques cargados con crudo y siguió
a otros en el Caribe, lo que desalentó a armadores internacionales y dejó
cargamentos varados frente a la costa. El escenario revive episodios previos de
vulnerabilidad logística desde el endurecimiento del régimen de sanciones y
expone las limitaciones estructurales del sistema exportador venezolano.
Con una producción cercana a 1,1 millones de barriles
diarios, PDVSA enfrenta un rápido aumento de inventarios, especialmente en la
terminal de Jose, nodo clave para el crudo de la Faja del Orinoco. El uso de
tanqueros como depósitos temporales encarece la operación, obliga a ofrecer
mayores descuentos —principalmente a clientes asiáticos— y tensa la cadena
comercial. China concentra cerca del 80% de los envíos, mientras que las
exportaciones asociadas a Chevron, que representan una porción menor, continúan
sin interrupciones, marcando un contraste que subraya la dependencia de
esquemas opacos y mercados específicos.
A corto plazo, la estatal evalúa acuerdos caso por caso
para sostener despachos y evitar declarar fuerza mayor en contratos. Si
persisten las restricciones, el margen para sostener la producción se
estrechará y el almacenamiento flotante podría convertirse en una solución
recurrente, con mayores costos y riesgos operativos. En el mediano plazo,
cualquier endurecimiento adicional del cerco internacional volverá a poner en
primer plano la fragilidad del modelo petrolero venezolano y su dependencia de
decisiones externas.
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