Doha amaneció este martes con humo y sirenas tras las
explosiones provocadas por un ataque aéreo que Israel adjudicó como propio.
Según las Fuerzas de Defensa y el Shin Bet, el operativo apuntó a la cúpula de
Hamas, señalada como responsable directo de la masacre del 7 de octubre y de la
posterior guerra contra el Estado israelí.
El gobierno israelí sostuvo que la ofensiva fue ejecutada
con armamento de precisión y apoyada en inteligencia detallada, con el objetivo
de minimizar las bajas civiles. Testigos en la capital catarí confirmaron que
el impacto alcanzó un complejo utilizado por la organización islamista.
De acuerdo con Al Jazeera, entre los alcanzados por el
ataque se encontraban negociadores de Hamas que participaban en los diálogos
para un alto el fuego. La noticia sacudió las gestiones diplomáticas, ya que
Estados Unidos presiona por un acuerdo que garantice la liberación de rehenes y
el fin de las hostilidades.
El ministro de Exteriores israelí, Gideon Saar, afirmó que
su país aceptó la propuesta de Donald Trump para un cese del fuego,
condicionada a que Hamas deponga las armas. Sin embargo, la ofensiva en Doha
amenaza con complicar ese proceso.
Por su parte, el Ministerio de Exteriores de Qatar confirmó
que varios dirigentes de Hamas fueron alcanzados y anunció una investigación
“al más alto nivel” para esclarecer las circunstancias del ataque, que eleva
aún más la tensión en Medio Oriente.
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