Donald Trump estableció anoche un plazo de dos semanas para
evaluar si las negociaciones en curso pueden conducir a un acuerdo de paz en
Ucrania. El mandatario advirtió que, de no observarse avances concretos, podría
considerarse un cambio de estrategia, sin detallar qué implicaría.
El anuncio se produjo luego de reuniones con Vladimir Putin
en Alaska y con Volodímir Zelensky en Washington, en las que la presión
diplomática no logró resultados tangibles. Moscú mantiene la exigencia de ceder
territorios como Donetsk y Crimea, mientras Kiev rechaza cualquier concesión
que comprometa su soberanía.
Trump combinó su mensaje diplomático con advertencias
militares, alentando a Ucrania a pasar a la ofensiva y resaltando la dificultad
de ganar la guerra sin contrarrestar directamente a Rusia. La comunidad
internacional observa de cerca el plazo fijado, con la esperanza de evitar un
prolongado conflicto.
La guerra continúa con un alto costo humano: millones de
desplazados internos y cientos de miles de víctimas. Rusia ha intensificado
ataques contra infraestructura y zonas civiles, mientras la propaganda oficial
intenta presentar sus operaciones como defensivas.
Legisladores estadounidenses de ambos partidos coinciden en
que cualquier acuerdo que sacrifiquen la integridad territorial de Ucrania
sería inaceptable. La incertidumbre predomina: si en dos semanas no hay
avances, la presión sobre Rusia podría endurecerse, mientras Moscú mantiene su
estrategia de desgaste.
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