En un esfuerzo por combatir la caza furtiva, Sudáfrica
comenzó a inyectar isótopos radiactivos en los cuernos de los rinocerontes. La
iniciativa, liderada por la Universidad de Witwatersrand y el Proyecto
Rhisotope, tiene como fin volver rastreables los cuernos mediante escáneres en
aeropuertos y fronteras. Según los investigadores, los niveles de radiación son
seguros para los animales.
El país alberga más del 60 % de los rinocerontes del mundo,
pero también sufre una de las tasas más altas de caza ilegal. Con solo 27.000
ejemplares restantes a nivel global, la urgencia por proteger la especie es
crítica. La radiación no daña al rinoceronte, pero complica su venta en el
mercado negro asiático.
La estrategia se suma al descorne, una práctica que
consiste en cortar los cuernos bajo sedación para desincentivar su caza. Un
estudio reciente reveló que esta acción reduce en un 78 % los ataques furtivos,
aunque sigue siendo motivo de debate entre conservacionistas.
Expertos reconocen que, si bien ambas soluciones son
eficaces a corto plazo, no resuelven el problema de fondo. La propuesta es
avanzar hacia un abordaje integral que incluya tecnología, legislación y
cooperación internacional.
Mientras tanto, el uso de radiación marca un nuevo capítulo
en la defensa del rinoceronte: una lucha entre ciencia, ética y conservación en
tiempos urgentes.
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