Desde el Air Force One, Donald Trump endureció su postura
frente al conflicto en Ucrania y dio a Rusia un ultimátum: si no cesan los
ataques en diez días, impondrá sanciones económicas severas, incluyendo
aranceles del 100% a productos rusos y de sus aliados. El anuncio marca un giro
respecto al plazo anterior, que era de 50 días.
El presidente justificó la medida por el aumento en el
número de víctimas, que ahora asciende a 7.000 muertes semanales, entre
soldados y civiles. “Putin sigue bombardeando ciudades. Estoy decepcionado”,
declaró Trump ante periodistas, sin ocultar su frustración.
Volodimir Zelensky respaldó la iniciativa estadounidense,
mientras que desde el Kremlin no hubo señales de cambio. El portavoz ruso
Dmitri Peskov reiteró que la “operación militar especial continúa” y Dimitri
Medvédev advirtió que los ultimátums solo escalan el conflicto.
El impacto del anuncio aún es incierto. Analistas dudan de
su eficacia, pero la Casa Blanca apuesta a que la presión económica sostenida,
coordinada con Europa, pueda debilitar la ofensiva rusa. El reloj ya corre
hacia el 8 de agosto, fecha límite impuesta por Trump.
Hasta el momento, la guerra ha dejado más de 450.000
muertos y no da señales de cesar. La comunidad internacional observa con
atención si este nuevo giro diplomático logrará frenar la violencia o acelerará
una escalada aún mayor del conflicto.
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