En un fallo calificado de “sin precedentes” por su
envergadura económica y simbólica, el juez Luis Renato Rabbi Baldi Cabanillas,
de la Cámara Federal de Apelaciones de Salta, homologó un acuerdo de reparación
económica para 18 trabajadores indígenas que fueron víctimas de trata de
personas con fines de explotación laboral en Santa Victoria.
El acuerdo, formalizado el pasado 23 de junio, establece el
pago de 36 millones de pesos, más un ajuste de $500.000 por inflación, que se
distribuirán en partes iguales entre las víctimas. Los pagos serán escalonados
y deberán completarse en un plazo de 90 días. Además, el imputado, Jesús Isauro
Erazo, deberá realizar tareas comunitarias durante seis meses, cumpliendo
cuatro horas semanales de trabajo en un hogar de ancianos de Tartagal.
Los hechos, ocurridos entre noviembre y diciembre de 2023,
involucraron a integrantes de las comunidades aborígenes El Cañaveral y San
Luis. Fueron captados con falsas promesas de empleo en la finca “Los
Chilenitos”, donde se les ofreció $8.000 por hectárea para tareas de deschampe.
Sin embargo, una vez en el lugar, fueron sometidos a condiciones inhumanas:
alojados en campamentos improvisados con plásticos, sin acceso a comida ni agua
potable adecuada, y obligados a trabajar extensas jornadas bajo temperaturas
cercanas a los 50 grados.
La única fuente de agua estaba a cinco kilómetros, y el
plato de comida diario les era descontado del irrisorio salario prometido, que
nunca llegó. La fiscal federal Lucía Orsetti detalló que las víctimas fueron
intimidadas al reclamar su pago y se les impidió retirarse. La situación llegó
a su fin el 18 de diciembre de 2023, cuando tres obreros lograron escapar y una
denuncia anónima a la línea 145 activó un operativo de rescate de Gendarmería
Nacional.
La psicóloga Verónica Olguín Rufino, en su informe, destacó
la vulnerabilidad estructural de las víctimas, quienes carecen de acceso a
servicios básicos y fueron incorporadas al trabajo infantil desde muy temprana
edad. La fiscal Orsetti justificó la vía de la reparación económica,
argumentando que, a pesar de la solidez de la acusación, las vías civiles
tradicionales a menudo resultan ineficaces para garantizar una indemnización
efectiva a las víctimas. El acuerdo fue respaldado por el defensor público de víctimas,
Nicolás Escandar, y el abogado del imputado, y fue homologado por el juez,
quien consideró legítimo el proceso y el consentimiento de todas las partes.