Argentina se encuentra en la antesala de lo que podría ser
su mayor salto económico desde la expansión ferroviaria del siglo XIX. Con una
de las reservas de gas más grandes del mundo en Vaca Muerta, el país tiene el
potencial de duplicar su Producto Bruto Interno (PBI) gracias al crecimiento
sostenido de las exportaciones energéticas. La clave para las próximas décadas
es el gas natural licuado (GNL).
Un nuevo capítulo de la Revolución Industrial
Así como los ferrocarriles transformaron la capacidad
exportadora de granos y carnes en el siglo XIX, permitiendo un desarrollo
económico sin precedentes, hoy Argentina se posiciona para un cambio similar.
La historia global de la Revolución Industrial ha sido la de la conversión de
energía en movimiento, pasando del carbón al petróleo, el gas, la energía
nuclear y, más recientemente, las renovables. En este contexto, el gas se
perfila como la solución energética para las próximas décadas.
Europa y Asia, con sus economías de alto valor agregado,
son grandes importadores de GNL. La guerra en Ucrania y Rusia ha acelerado la
necesidad europea de diversificar sus proveedores, y Estados Unidos, tras los
hallazgos de Alaska y la implementación del fracking, se ha convertido en el
principal exportador mundial, cubriendo el 50% de la demanda europea.
Vaca Muerta: El camino a la quinta posición mundial en
exportación de GNL
Con las vastas reservas de Vaca Muerta, Argentina podría
convertirse en el quinto exportador mundial de GNL, con una capacidad
proyectada de 88.4 millones de toneladas por año (MTPA), lo que se traduciría
en unos 50.000 millones de dólares anuales en exportaciones. Este potencial
productivo es comparable al de las exportaciones agropecuarias del país, lo que
sugiere un impacto transformador en la economía nacional.
Para alcanzar este ambicioso objetivo, se requiere una
inversión significativa, estimada entre 20.000 y 30.000 millones de dólares.
Esta inversión se destinaría principalmente a la construcción de un gasoducto
exclusivo para la producción de GNL que iría desde Vaca Muerta hasta Punta
Colorada en Río Negro. Además, se necesitarán barcazas licuefactoras —que
tardan un promedio de 51 meses en ser entregadas— o, alternativamente, la
construcción de plantas en tierra, que son más eficientes pero implican mayores
riesgos de inversión debido a la historia de inestabilidad del país.
El "Zar del GNL": Una figura clave para el éxito
Ante este escenario, se propone que el Presidente de la
Nación nombre un "Zar de Argentina GNL" con rango de Secretario de
Estado. Este funcionario reportaría directamente al Presidente y tendría como
única misión conseguir los socios, inversiones y permisos necesarios para
llevar a cabo el proyecto. Esta figura sería crucial para acelerar los tiempos
y garantizar la viabilidad y rentabilidad del proyecto.
La oportunidad que presenta el GNL es comparable a la
inversión en ferrocarriles de 1880, un momento que generó un "cambio
copernicano" en el destino de la nación. Argentina se encuentra hoy frente
a un desafío y una oportunidad de magnitud similar, que podría redefinir su
posicionamiento global.