En un movimiento diplomático que generó sorpresa en el tablero internacional, el Gobierno de Brasil, bajo la administración de Luiz Inácio Lula da Silva, "condenó con vehemencia" los recientes ataques de Israel y, "más recientemente", de Estados Unidos, contra instalaciones nucleares en Irán. Esta postura llega en un momento de grave recrudecimiento del conflicto en Medio Oriente.

A través de un comunicado oficial, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil no solo calificó los ataques como una "violación de la soberanía de Irán y del derecho internacional", sino que también advirtió sobre una "grave amenaza a la vida y la salud de la población civil, al exponerlas al riesgo de contaminación radioactiva y desastres ambientales de gran escala". La administración de Lula hizo hincapié en la "urgente necesidad de una solución diplomática" que "interrumpa el ciclo de violencia y abra una oportunidad para las negociaciones de paz" en la región.

El comunicado brasileño fue contundente al señalar que "las consecuencias negativas de la actual escalada militar pueden generar daños irreversibles para la paz y la estabilidad de la región y del mundo, y para el régimen de no proliferación y desarme nuclear". Asimismo, Brasil repudió los ataques "recíprocos" contra áreas densamente pobladas, que han provocado "un creciente número de víctimas y daños a infraestructuras civiles, incluyendo instalaciones hospitalarias". La postura brasileña reafirma su histórica defensa del "uso exclusivo" de la energía nuclear "para fines pacíficos" y su rechazo "con firmeza" a cualquier forma de proliferación, "especialmente en regiones marcadas por la inestabilidad geopolítica, como Medio Oriente".

Alerta por una posible Guerra Mundial

En sintonía con la preocupación expresada por la diplomacia brasileña, Celso Amorim, asesor para asuntos internacionales de Lula, manifestó su temor a que se desate una guerra mundial. En una entrevista con el medio brasileño UOL, Amorim, de 83 años, confesó que "nunca vio un momento tan tenso como este".

El ex canciller brasileño explicó que el mundo atraviesa dos "guerras graves", en Eurasia y Medio Oriente, y que "si ambas guerras se conectaran, como podría ocurrir, prácticamente se convertiría en una guerra mundial". Aunque aclaró que sus declaraciones no eran en nombre del Gobierno, Amorim afirmó que "lo que los estadounidenses están haciendo es animar a países a alcanzar un arma nuclear" y que, "en ese caso, el poder de represalia sería enorme".

Estos dichos de la esfera diplomática brasileña surgen luego de que Estados Unidos interviniera de manera abrupta en el conflicto. El presidente Donald Trump confirmó el bombardeo de las tres principales instalaciones del programa nuclear iraní, y amenazó directamente al régimen de Teherán con más ataques si "la paz no llega rápido".

Un patrón de distanciamiento con occidente

La postura de Brasil en este conflicto se enmarca en un patrón de distanciamiento con las políticas de Estados Unidos y parte de Occidente. Las relaciones entre Brasil e Israel se encuentran en su punto más bajo después de que Lula calificara de "genocidio" la ofensiva israelí en la Franja de Gaza y la comparara con el Holocausto nazi, lo que llevó al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, a declarar al mandatario suramericano ‘persona non grata’.

Además, en relación con la invasión de Rusia a Ucrania, el presidente brasileño ha mantenido una posición más cercana a Vladimir Putin que a Volodímir Zelenski, evitando una condena vehemente del conflicto. En mayo, la participación de Lula en la celebración del 80º aniversario del Día de la Victoria en la Plaza Roja de Moscú, que conmemora la victoria soviética sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, generó polémica y críticas de fuentes diplomáticas ucranianas, quienes incluso consideraron la posibilidad de reducir las relaciones diplomáticas con Brasilia.