El norte de Teherán se ha transformado en un escenario
desolador. Tras cinco días de intenso conflicto con Israel y un bombardeo el
lunes, las calles del distrito 3 de la capital iraní están prácticamente
desiertas, con una fuerte presencia policial y el sonido constante de
explosiones que resuena en el aire. Los pocos habitantes que se aventuran fuera
de sus hogares transitan con miradas nerviosas, mientras los gatos hurgan en la
basura sin recoger.
El otrora bullicioso parque Mellat, con sus cafés y puestos
de helados y jugos, luce un "aire fantasmal". Solo las panaderías
registran colas, mostrando la preocupación por el abastecimiento básico. La
imagen contrasta con la de una familia que, desafiando el temor, pasa a toda
velocidad en una moto ondeando una bandera de Irán.
Ali, un empresario del sector de perfumes con el negocio
paralizado, se refugia en el único café abierto y planea abandonar Teherán
junto a sus padres, dirigiéndose al norte del país, siguiendo los pasos de
muchos otros residentes. Mientras sonaban lo que parecían defensas antiaéreas,
Ali reflexionaba sobre el futuro incierto: "Lo mismo esta noche se cierra
un alto el fuego o estamos así meses". Nacido durante la guerra Irán-Irak,
nunca pensó que volvería a vivir algo similar, y observa cómo esto "trae
recuerdos de esa guerra" a sus padres.
Pánico y controles en las calles
Frente al café, una mujer visiblemente asustada paseaba a
su perro, declarando: "Mi casa está al lado de la televisión que atacaron
ayer, tuve miedo". Inmediatamente, efectivos de seguridad de civil se
acercaron para pedir su documentación y exigir explicaciones sobre su presencia
en la calle. Este es solo uno de los múltiples controles en la zona, donde
militares también han sido vistos chequeando teléfonos celulares, ya que las
autoridades prohibieron tomar fotos y videos en las calles.
El devastador balance del conflicto
Desde la madrugada del viernes, la campaña de bombardeos
masivos de Israel contra diferentes puntos de Irán ha causado al menos 232
muertos y unos 1.800 heridos, la mayoría de ellos civiles. Aunque hasta el
tercer día de conflicto aún se observaba algo de actividad en las calles de la
capital, la presencia de gente disminuyó drásticamente a medida que los ataques
israelíes se intensificaban contra instalaciones militares, energéticas y zonas
residenciales.
La situación ha llevado a muchos vecinos a abandonar la
ciudad, generando imágenes de congestión en la carretera que atraviesa la
montaña Alborz, que conduce a la provincia de Manzandaran, un destino habitual
de vacaciones que ahora sirve como refugio de los misiles, bombas y drones
israelíes.