Al menos 10 personas murieron y cientos fueron arrestadas en Kenia durante las manifestaciones antigubernamentales de ayer, marcadas por fuertes enfrentamientos entre la policía y los manifestantes, especialmente en las afueras de la capital, Nairobi. La Comisión Nacional de Derechos Humanos de Kenia (KNCHR) denunció que la policía habría cooperado con bandas criminales para reprimir las protestas.
Las movilizaciones se llevaron a cabo en conmemoración del
"Día de Saba Saba" (Siete Siete), fecha que recuerda el 7 de julio de
1990, cuando los kenianos se levantaron para exigir el retorno a la democracia
multipartidista. A pesar de la importancia histórica, el centro de Nairobi
permaneció desierto debido a un fuerte despliegue policial que montó bloqueos
en las principales carreteras, restringiendo el acceso a las áreas que
históricamente han sido epicentro de las manifestaciones.
La KNCHR informó en un comunicado que "había
documentado diez muertes y veintinuera heridos" en 17 condados, aunque sin
proporcionar mayores detalles. Por su parte, el Servicio Nacional de Policía
(NPS) situó el número de muertos en 11, con 52 agentes y 11 civiles heridos.
A lo largo del día, periodistas de la AFP presenciaron
enfrentamientos entre grupos de policías antidisturbios y pequeños grupos de
manifestantes, con la policía lanzando gases lacrimógenos y los manifestantes
respondiendo con piedras, saqueos y actos de vandalismo. Jóvenes kenianos,
frustrados por el estancamiento económico, la corrupción y la brutalidad
policial, han participado en estas protestas que en el pasado mes de junio ya
habían derivado en violencia, dejando decenas de muertos y miles de negocios
destruidos.
Los manifestantes acusan a las autoridades de pagar a
"vándalos armados" para desacreditar su movimiento, mientras que el
gobierno ha comparado las manifestaciones de junio con un "intento de
golpe de Estado". La KNCHR denunció explícitamente la presencia de
"bandas criminales que empuñaban armas rudimentarias" operando
"junto a agentes de policía" en varios condados, incluido Nairobi.
Sin embargo, el portavoz del NPS, Michael Muchiri, negó estas acusaciones, afirmando
que las declaraciones de la KNCHR "pueden carecer de veracidad en muchas
ocasiones" y que el NPS "nunca trabajaría junto a individuos llamados
‘matones’".
Muchiri confirmó que 567 personas fueron arrestadas durante
las protestas. Kipchumba Murkomen, secretario del gabinete del Interior,
sostuvo que las manifestaciones recientes han sido "infiltradas por
criminales interesados en causar caos y destrucción", y prometió que los
responsables serán "investigados y acusados".
La creciente ira por las desigualdades en Kenia, donde
alrededor del 80% de la población se encuentra en empleos informales y mal
pagados, ha sido avivada por las redes sociales y las expectativas económicas
no cumplidas. No obstante, la represión policial, que ha dejado al menos 80
personas muertas en protestas desde junio del año pasado y decenas de
detenciones ilegales, ha disuadido a muchos de salir a las calles.
Nerima Wako, activista, advirtió que cada represión
violenta solo "alimenta más disturbios". "Cada vez que la gente
organiza una protesta, matan a más personas, por lo que el reclamo continúa
alimentándose", afirmó. La manifestación del 25 de junio, que buscaba
recordar el punto álgido de las protestas mortales del año pasado, también se
tornó violenta y dejó 19 personas muertas, según grupos de derechos humanos.