Para el año 2050, la resistencia a los antibióticos podría
convertirse en la principal causa de muerte a nivel mundial, superando incluso
al cáncer. Esta alarmante predicción surge ante la creciente capacidad de los
microorganismos (bacterias, virus, hongos y parásitos) para resistir los
efectos de los medicamentos antimicrobianos, lo que dificulta o imposibilita el
tratamiento de enfermedades que antes eran controlables.
La doctora María Luisa Ávila, presidenta de la Sociedad
Latinoamericana de Infectología Pediátrica, advierte que la resistencia
antimicrobiana (RAM) es una de las mayores amenazas para la salud global. La
Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la RAM causa 700.000 muertes
al año en el mundo y, de no tomarse medidas urgentes, esta cifra podría
ascender a 10 millones en 2050, superando las muertes por cáncer.
El abuso y mal uso de los antibióticos son los principales
impulsores de la RAM. La automedicación es un problema grave, donde las
personas consumen antibióticos innecesariamente, a menudo para tratar
infecciones virales contra las que estos medicamentos son ineficaces. La mala
prescripción por parte de los médicos y el uso de antibióticos en la
agricultura también contribuyen al problema.
Antonella Dellamagiore, directora de Farmacología de
Mendoza, subraya que la RAM limita las opciones de tratamiento y complica la
atención médica. La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y
Tecnología Médica (Anmat) advierte que la pérdida de eficacia de los
antibióticos pone en riesgo los trasplantes de órganos, la quimioterapia y las
cirugías, volviendo estas prácticas más peligrosas y amenazantes para la vida.
Para combatir la RAM, es fundamental el uso racional de
antibióticos, la vacunación (que previene infecciones y reduce la necesidad de
antibióticos) y el compromiso de los profesionales de la salud. Los médicos
deben evitar la prescripción innecesaria de antibióticos, mientras que los
farmacéuticos deben abstenerse de venderlos sin receta y educar a los pacientes
sobre su uso correcto.
Es crucial que los pacientes respeten los tratamientos
completos (generalmente de 7 días), incluso si experimentan una mejoría antes
de finalizarlo. Abandonar el tratamiento prematuramente favorece la resistencia
de los microorganismos. Tampoco se deben utilizar antibióticos sobrantes de
tratamientos anteriores, ya que no funcionan como analgésicos y requieren un
tratamiento completo para eliminar el patógeno.
La farmacéutica Dellamagiore resume que la solución
requiere una "correcta indicación, prescripción de parte del médico, la
correcta dispensa, es decir que cuando el paciente va a buscar el medicamento a
la farmacia, esa entrega del medicamento va a estar acompañado del consejo del
farmacéutico que le explique cómo tomarlo y hace mucho énfasis en que complete
el tratamiento, la toma adecuada del paciente, o sea, el paciente tiene que
cumplir con el tratamiento, independientemente que él se sienta mejor. Y después,
la disposición final, digamos, de eso que le queda".
La resistencia a los antibióticos no solo pone en peligro
vidas, sino que también incrementa los costos sanitarios. Los pacientes con
infecciones resistentes requieren tratamientos más largos, costosos y con más
efectos adversos, lo que sobrecarga el sistema de salud. La OMS alerta sobre el
elevado índice de resistencia a los antibióticos, que dificulta el tratamiento
de enfermedades comunes como la neumonía, la tuberculosis, las infecciones
urinarias y la gonorrea.