Aprender a tocar música después de los 60 años mejora la
función cerebral, en especial la memoria y la atención, de acuerdo con un
estudio británico-australiano publicado esta semana en Royal Society of Open
Science, que siguió durante un año a adultos mayores sin formación musical
previa.
La investigación fue realizada por la Universidad de
Sheffield junto con la Western Sydney University y se inscribe en una línea
creciente de estudios sobre envejecimiento activo y estimulación cognitiva. A
diferencia de trabajos previos centrados en músicos entrenados desde edades
tempranas, este análisis se enfocó en personas que iniciaron el aprendizaje
musical en etapas avanzadas de la vida.
Los resultados mostraron mejoras medibles en funciones
cognitivas generales tanto en quienes replicaron melodías como en quienes
improvisaron, aunque este último grupo presentó avances más consistentes. Según
los investigadores, la improvisación reduce la carga de memorización rígida y
favorece la motivación, lo que amplía el acceso a la práctica musical. El
estudio también verificó que los beneficios fueron equivalentes al usar
instrumentos tradicionales o aplicaciones digitales, lo que amplía las posibilidades
de implementación en ámbitos educativos y de salud.
Los autores sugieren que estos hallazgos pueden orientar
programas públicos y privados de envejecimiento activo, incorporando la música
como herramienta de estimulación cognitiva. Centros de día, instituciones
educativas y profesionales de la salud podrían adaptar metodologías que
prioricen la creatividad y el uso de tecnología para promover la salud cerebral
en adultos mayores.
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