Un estudio de la Universidad de Yale reveló que moverse
regularmente no solo mejora la salud general, sino que también puede frenar el
crecimiento de ciertos tumores. La investigación, publicada en PNAS, mostró que
la actividad física limita los recursos energéticos que necesitan las células
cancerosas para desarrollarse.
Los experimentos se realizaron con ratones, donde aquellos
que tuvieron acceso a ruedas para correr presentaron tumores un 60% más
pequeños que los animales sedentarios. La clave radica en que los músculos
activos captan más glucosa y oxígeno, dejando al tumor casi sin energía.
Además, el ejercicio modificó la actividad de 417 genes y
redujo la función de la proteína mTOR, esencial para el crecimiento tumoral.
Este efecto, aunque comprobado en ratones con cáncer de mama, aún requiere más
estudios para confirmarse en otros tipos de cáncer y en humanos.
La doctora Rachel Perry, líder del estudio, destacó que no
es necesario entrenar como un atleta; movimientos moderados y regulares ya
generan un entorno hostil para los tumores. La investigación abre la
posibilidad de considerar la actividad física como un complemento fundamental
en estrategias de prevención y tratamiento del cáncer.
Expertos internacionales coinciden en que mantener masa
muscular y realizar ejercicio de forma constante puede reducir la mortalidad
asociada al cáncer, posicionando al movimiento diario como un aliado accesible
y poderoso en la lucha contra esta enfermedad.
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