En un contexto de creciente tensión geopolítica, el
canciller ruso, Sergei Lavrov, reiteró el respaldo de Moscú al programa nuclear
de Corea del Norte durante su visita oficial a Pionyang, donde se reunió con el
líder norcoreano Kim Jong Un y su homóloga Choi Son Hee. Lavrov defendió el
desarrollo armamentístico norcoreano, asegurando que Rusia "respeta y
comprende" las razones detrás de sus capacidades, atribuyendo estas a la
pericia de sus propios científicos.
El ministro ruso lanzó una advertencia directa a Estados
Unidos, Japón y Corea del Sur, acusándolos de fomentar una escalada regional a
través de sus alianzas y maniobras militares conjuntas. Según Lavrov, estas
acciones son percibidas como provocaciones por Moscú y Pionyang. Corea del
Norte, por su parte, reafirmó que sus pruebas nucleares, seis desde 2006, son
una respuesta defensiva a las amenazas externas.
La visita de Lavrov, enmarcada en la segunda ronda de
diálogo estratégico bilateral, profundiza la alianza entre Rusia y Corea del
Norte. La canciller Choi Son Hee subrayó la voluntad de ambos países de
expandir la cooperación estratégica en todos los ámbitos, alineándose en una
visión conjunta contra lo que denominan "maquinaciones
imperialistas". Choi también ratificó el apoyo incondicional de Pionyang a
la política rusa de soberanía e integridad territorial, en una clara alusión al
conflicto en Ucrania. Lavrov, por su parte, evocó la participación de soldados
norcoreanos en la liberación de la región rusa de Kursk durante la Segunda
Guerra Mundial, destacando la "hermandad inquebrantable" entre ambas
naciones. Este acercamiento consolida su alianza frente a las sanciones y
presiones internacionales.