Europa enfrenta un brote temprano y de gran magnitud de
gripe H3N2 impulsado por la variante K, con fuerte impacto en hospitales y alta
circulación simultánea de otros virus respiratorios. La experiencia encendió
alertas sanitarias y reforzó una consigna clave: adelantarse con la vacunación
de quienes tienen mayor riesgo de complicaciones.
Especialistas explican que la variante K presenta
mutaciones que aumentan su contagiosidad y permiten evadir parcialmente la
inmunidad previa. Aunque no se asocia a cuadros más letales, sí provoca más
casos, más hospitalizaciones y una presión sostenida sobre los sistemas de
salud.
Los grupos que deben priorizar la vacuna antigripal anual
son los mayores de 65 años, niños pequeños, embarazadas, personas con
enfermedades crónicas o inmunodeprimidas y trabajadores de la salud. En ellos
se concentra la mayor tasa de internaciones, por lo que la inmunización
oportuna resulta decisiva.
Los síntomas más frecuentes incluyen fiebre alta súbita,
tos seca, dolores musculares intensos, fatiga marcada y, en algunos casos,
molestias digestivas. La similitud con COVID-19 obliga a consultar ante signos
persistentes y evitar la automedicación.
De cara al hemisferio sur, infectólogos recomiendan
adelantar la campaña de vacunación para llegar protegidos al otoño. La vacuna,
aun con menor eficacia frente a la variante K, reduce significativamente las
formas graves y salva vidas cuando se aplica a tiempo.
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