El nuevo acuerdo comercial entre la Argentina y Estados
Unidos marca un giro profundo en la relación económica bilateral. Tras meses de
negociaciones, ambos gobiernos presentaron un marco que busca modernizar el
comercio, ordenar reglas y habilitar un flujo más amplio de inversiones.
El pacto incluye la reducción de aranceles para sectores
sensibles y el acceso preferencial a mercados clave, especialmente para bienes
industriales, farmacéuticos y agropecuarios. A cambio, Argentina adopta
estándares internacionales que habilitarán el ingreso simplificado de productos
tecnológicos, maquinaria y dispositivos médicos estadounidenses.
Además, el Gobierno argentino se comprometió a eliminar
barreras no arancelarias históricas, agilizar licencias de importación y
adecuar normas técnicas para facilitar el intercambio. En paralelo, el acuerdo
incorpora capítulos sobre propiedad intelectual, con el objetivo de combatir
falsificación y piratería, y alinear criterios con estándares globales.
El sector agrícola también tendrá un rol relevante: se
habilita el ingreso de ganado en pie y se fijan plazos para la apertura a carne
aviar, mientras ambos países trabajarán para reducir trabas a productos
lácteos, cárnicos y alimentos estratégicos. El capítulo laboral incluye el
compromiso de prohibir el ingreso de bienes producidos con trabajo forzoso.
El acuerdo, que aún debe superar procedimientos internos
antes de su entrada en vigor, establece también una agenda conjunta para
coordinar controles de exportación, promover la seguridad económica y facilitar
inversiones en minerales críticos. Con este paso, Washington y Buenos Aires
apuestan a una alianza comercial de largo alcance.
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