La compañía estadounidense Foundation reveló el Phantom
MK-1, un robot humanoide diseñado para operar en entornos militares e
industriales, combinando inteligencia artificial y control humano. El
prototipo, de 1,75 metros y 80 kg, puede transportar hasta 20 kg y moverse con
fluidez por terrenos irregulares.
Su núcleo alberga cámaras, sensores y baterías que permiten
realizar tareas de reconocimiento, desactivación de explosivos y apoyo
logístico, disminuyendo la exposición de soldados y optimizando procesos
industriales. El rostro sin rasgos y la estructura robusta recuerdan a los
droides de Star Wars, enfatizando su vocación futurista.
El Phantom MK-1 no opera de manera autónoma: un operador
decide sus acciones mientras la IA gestiona navegación y cálculo de
trayectorias. Esta combinación garantiza supervisión constante y precisión en
misiones críticas.
Foundation proyecta fabricar 10.000 unidades para 2026 y
estudia ampliar su uso a la industria manufacturera y exploración espacial, en
colaboración con SpaceX, con el objetivo de integrar tecnología humanoide en
diversas operaciones de alto riesgo.
El anuncio ha generado debate sobre ética y seguridad en
robótica militar, con usuarios y especialistas cuestionando el impacto de
introducir humanoides en conflictos bélicos y entornos industriales complejos.
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