Los agujeros de gusano, estructuras hipotéticas que podrían conectar dos puntos distantes del espacio-tiempo, continúan siendo uno de los conceptos más fascinantes y especulativos de la física. Aunque su existencia no ha sido demostrada, estas anomalías teóricas, también conocidas como puentes de Einstein-Rosen, surgen de las ecuaciones de la Teoría de la Relatividad General de Albert Einstein y plantean la posibilidad de atajos cósmicos y hasta viajes en el tiempo.

El concepto de un "agujero blanco" como contraparte de un agujero negro fue propuesto por primera vez en 1916 por el físico austríaco Ludwig Flamm, al revisar las ecuaciones de Einstein. Desde entonces, científicos y escritores de ciencia ficción han explorado la idea de estos túneles gravitacionales que, en teoría, podrían reducir drásticamente las distancias en el universo.

Sin embargo, la viabilidad de los agujeros de gusano presenta desafíos significativos. Su principal obstáculo es su fragilidad: cualquier materia ordinaria que intente atravesarlos podría provocar el colapso del túnel debido a la atracción gravitacional. Para mantenerlos abiertos, se requeriría una forma de materia exótica con densidad de energía negativa, algo que solo se ha observado en estados de vacío en la teoría cuántica de campos. Además, se estima que estas estructuras serían microscópicas, con un tamaño de aproximadamente 10−33 centímetros, haciéndolas inviables para el tránsito humano.

El papel del entrelazamiento cuántico y la materia oscura

A pesar de estas limitaciones, la investigación ha continuado. En 2017, los físicos Ping Gao, Daniel Jafferis y Aron Wall propusieron que el entrelazamiento cuántico, descrito por Einstein como "acción fantasmal a distancia", podría ser el ingrediente exótico necesario para mantener abiertos los agujeros de gusano, aunque solo a nivel microscópico. Este enfoque ha impulsado nuevos estudios, como los de Juan Maldacena y Alexey Milekhin, quienes sugieren un posible rol de la materia oscura en la formación de agujeros de gusano de mayor tamaño, aunque estas ideas permanecen sin comprobar.

El interés en los agujeros de gusano no solo se limita a su potencial para los viajes espaciales. Investigaciones recientes vinculan su formación con el entrelazamiento cuántico y la teoría de cuerdas, ofreciendo pistas sobre la naturaleza del espacio-tiempo y la gravedad. El físico Julian Sonner del Instituto Tecnológico de Massachusetts, por ejemplo, ha demostrado que el entrelazamiento de quarks (bloques fundamentales de la materia) podría generar un agujero de gusano a nivel teórico, sugiriendo que la gravedad podría ser una consecuencia emergente del entrelazamiento cuántico.

¿Viajes en el tiempo a la vista?

A pesar de la fascinación, la posibilidad de utilizar agujeros de gusano para viajes en el tiempo o el espacio sigue siendo altamente especulativa. Astrofísicos como Eric Davis han señalado que, si bien podrían conectar diferentes momentos en el tiempo, convertirlos en máquinas del tiempo requeriría un esfuerzo "monumental". El renombrado físico Kip Thorne, experto en relatividad y agujeros de gusano, ha indicado que las leyes de la física probablemente prohíben los viajes humanos a través de estas estructuras. Como afirmó Stephen Hsu, físico de la Universidad de Michigan, a Live Science, "los humanos no estarán haciendo esto en un futuro cercano", refutando así antiguas creencias sobre la viabilidad de esta teoría.