La provincia de Sweida, en el sur de Siria, se ha sumergido
en una nueva espiral de violencia que ha cobrado la vida de al menos 203
personas en tres días de intensos enfrentamientos entre milicias drusas y
grupos beduinos. A pesar de un "alto el fuego total" anunciado por
las autoridades sirias y la entrada de fuerzas de seguridad desde Damasco, los
combates se reanudaron, dejando un rastro de destrucción y una situación
humanitaria en rápido deterioro. Entre las víctimas se cuentan 111 miembros de
ministerios de Defensa y Seguridad, 71 residentes locales (incluyendo cuatro
menores), y se han denunciado ejecuciones sumarias.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), con sede
en Londres, ha documentado la ejecución de al menos 21 civiles drusos por parte
de las fuerzas gubernamentales. Según la organización, 12 de estas muertes
ocurrieron en un asalto a una casa de huéspedes, mientras que otros fueron
ejecutados en localidades cercanas. La red local de activistas AlSueida24
corroboró que trece de los asesinatos se produjeron en una casa de la familia
Ridwan. Testimonios de residentes describen un escenario de "ejecuciones,
casas y tiendas quemadas, robos y saqueos", con la ciudad bajo toque de
queda y el acceso a suministros esenciales interrumpido.
En medio de este caos, Israel confirmó haber bombardeado
posiciones de las fuerzas sirias en Sweida. Un comunicado conjunto del primer
ministro Benjamin Netanyahu y el ministro de Defensa, Israel Katz, afirmó que
el objetivo de los ataques era impedir daños a la comunidad drusa y
desmilitarizar la zona cercana a la frontera israelí en los Altos del Golán.
Israel responsabilizó a Siria por las "consecuencias" de los
enfrentamientos y reiteró que no permitirá el establecimiento de fuerzas armadas
hostiles en esa área estratégica.
Esta nueva escalada de violencia se produce en un contexto
de profunda inestabilidad en Siria tras el derrocamiento de Bashar al Assad en
diciembre de 2024. Aunque el actual presidente de transición, Ahmed al Shara,
ha prometido estabilizar el país, diversas regiones continúan siendo escenario
de enfrentamientos sectarios y atentados. En Sweida, donde reside una gran
concentración de la minoría drusa, las disputas históricas entre comunidades y
tribus beduinas se han exacerbado, complicando aún más la ya frágil situación
de la nación.