La 50ª Cumbre del G7, con el regreso de Donald Trump, redefine sus prioridades. El clima y género quedan en segundo plano, mientras el conflicto en Medio Oriente y las tensiones comerciales dominan el debate. -/- Por PGDJ.
La Cumbre del Grupo de los Siete (G7) celebra su 50º
aniversario en Kananaskis, Alberta, Canadá, marcando la primera participación
de Donald Trump desde su retorno a la presidencia de Estados Unidos. Esta
edición se distingue por una agenda redefinida, donde la escalada bélica entre
Israel e Irán y las tensiones comerciales entre los propios miembros desplazan
temas que antes eran centrales, como la acción climática y la igualdad de
género.
Una cumbre de alto riesgo con nuevos desafíos
Expertos del Consejo Atlántico describen esta reunión como
una cumbre de alto riesgo. Los líderes de EE. UU., Alemania, Francia, Italia,
Canadá, Japón y Reino Unido —que representan más de la mitad del PIB mundial—
se enfrentan a un escenario complejo. El G7, creado en 1975 para alinear a las
economías avanzadas ante desafíos económicos y geopolíticos, ahora debe
cuestionarse su cohesión cuando la inestabilidad surge desde el interior del
propio grupo, especialmente por las políticas arancelarias de Trump.
En años recientes, el G7 se unió para coordinar sanciones a
Rusia, apoyar la reconstrucción de Ucrania y responder al exceso de capacidad
manufacturera china. Sin embargo, 2025 introduce nuevos desafíos, incluyendo
una guerra comercial en curso entre sus miembros, lo que pondrá a prueba la
determinación y la razón de ser de la agrupación.
Prioridades de la agenda y la influencia de Trump
Según Emel Akan, corresponsal en la Casa Blanca de The
Epoch Times, la cumbre priorizará la seguridad energética, la inteligencia
artificial (IA), las cadenas de suministro de minerales críticos y la
estabilidad económica global. Este cambio refleja la influencia de Trump y un
retorno a la misión original del G7. Las tensiones comerciales, exacerbadas por
los recientes aranceles estadounidenses, junto con crisis geopolíticas como la
escalada entre Israel e Irán, la guerra entre Rusia y Ucrania, y el conflicto
de Gaza, serán temas centrales de discusión.
Un funcionario de la Casa Blanca expresó su aprobación al
"enfoque de vuelta a lo básico" adoptado por Canadá como anfitrión,
centrándose en "cuestiones económicas fundamentales y en cuestiones
viables donde el G7 puede tener un impacto significativo y medible". Esto
implica que temas como el cambio climático y el género probablemente no
generarán nuevos compromisos, dado que, como señaló Paul Samson del CIGI,
"es poco probable que los líderes vayan más allá de los acuerdos existentes".
La agenda canadiense para la cumbre se articula en tres
áreas principales: proteger a las comunidades (abordando injerencias
extranjeras y crimen transnacional), mejorar la seguridad energética y acelerar
el uso de IA y tecnologías cuánticas (fortaleciendo cadenas de suministro), y
debatir futuras asociaciones (aumentando la inversión privada y abriendo
mercados).
Tensiones comerciales y relaciones con China
Las interacciones entre el primer ministro canadiense, Mark
Carney, y Donald Trump atraerán especial atención, sobre todo en medio de las
tensiones comerciales. Estados Unidos recientemente duplicó los aranceles al
acero y al aluminio, y Trump ha presionado a Canadá y México por el tráfico de
fentanilo. A diferencia de las medidas de represalia de años anteriores, Carney
ha adoptado un enfoque mesurado, eximiendo ciertos productos de aranceles
compensatorios y manteniendo conversaciones directas con Trump para concretar
un acuerdo comercial.
En relación con Asia, se espera que los líderes del G7
expresen su preocupación por el aumento de las tensiones en los mares de China
Oriental y Meridional, así como por el continuo desarrollo militar de China.
China será un tema recurrente en las discusiones, incluso si no se menciona
explícitamente en el comunicado final, ya que muchos puntos de la agenda están
diseñados para contrarrestar la influencia global del régimen chino.
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