Gianni Dante Bettiga dejó Ushuaia en febrero con un sueño:
aprender ruso y sumergirse en una cultura que lo fascinaba desde chico. Ocho
meses después, ese deseo se transformó en una pesadilla. El joven argentino
firmó un contrato que creía administrativo, pero en realidad lo comprometía
como soldado del ejército ruso en plena guerra con Ucrania.
Todo comenzó cuando dos compañeros brasileños le ofrecieron
un supuesto trabajo administrativo que prometía residencia y buen salario.
Confiado y sin dominar completamente el idioma, Gianni firmó el documento en
ruso. Días más tarde descubrió que había sido reclutado y, tras una breve
instrucción, enviado al frente de batalla en Donetsk, una de las zonas más
peligrosas del conflicto.
Desde entonces, su familia en Ushuaia vive en la angustia.
Su padre, Juan, no tiene noticias de él desde el 27 de octubre y ruega por su
regreso. “Pecó por ingenuo. Solo quería estudiar y hoy está en una guerra que
no eligió”, lamentó entre lágrimas.
Desesperado, el hombre envió una carta al Ministerio de
Defensa ruso y a la embajada en Buenos Aires solicitando la repatriación de su
hijo, apelando a razones humanitarias. Sin embargo, las tensiones diplomáticas
entre Moscú y Buenos Aires, agravadas tras las declaraciones de apoyo de Javier
Milei a Ucrania, complican las gestiones.
Mientras tanto, en algún punto del este europeo, Gianni
resiste. Entre el ruido de las bombas y el frío extremo, solo le queda un
anhelo: volver a casa. “Quiero regresar a la Argentina, pase lo que pase”,
escribió en su último mensaje antes de desaparecer.
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